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La separación... (parte 2)

Existe un gran de número de situaciones en la vida que por mucho que parezcan un evento único, no lo son, están llenos de matices, etapas y caminos que son diferentes para todos, pues como digo siempre, cada historia es distinta desde que cada persona que forma parte de ellas lo es… el enamoramiento, el noviazgo, el matrimonio, la paternidad, las separaciones y los divorcios lo son, tienen un día central, un momento casi generalizado y luego va tomando sus propios caminos y escribiendo sus propias experiencias, sus propias historias. En nuestra separación nos faltaba pasar por el momento de hablar con las chancletas, en este caso, con Valentina.


Nat y yo, terminamos de conversar toda la noche sobre nuestra decisión, fue una noche larga, repleta de sensaciones y mil miedos que transitaban hasta ese entonces sólo en nuestra mente, sabíamos lo que habíamos decidido y desarrollamos todas las ideas en las que pensamos para enfrentar esta nueva etapa, pero no fue hasta que a las 6am. que la manija de la puerta de nuestro dormitorio empezó a ser manipulada desde afuera y empezaron los golpes en la puerta que el pánico nos capturó por completo, “Mami, papi ¿podemos entrar?, ¿Por qué están con la puerta cerrada?, ¿Todo está bien? Valentina estaba camino a cumplir 10 años y Luciana acababa de cumplir 6, le pedí a Nat que se hiciera la dormida, me levanté y acerqué hasta la puerta simulando la apariencia de estar aún dormido, abrí y les dije que no hicieran bulla, que su mamá y yo nos habíamos acostado tarde y que aún queríamos dormir un poco más, les pedí que vayan a su cuarto a ver tele y que nos dejaran dormir un rato, lo cual aceptaron sin objeción, volví a cerrar la puerta y sentí una sensación bastante rara recorriendo mi cuerpo, estaba aterrado y Nat estaba igual o peor, volvimos a cuestionarnos si hacíamos lo correcto, volvimos llorar y a calmarnos mutuamente, entiendo que nuestros murmuros y sollozos se escuchaban pues al poco tiempo empezaron nuevamente a rondar las chancletas tras la puerta. Un par de horas después, aún estábamos dentro revisando formas de cómo manejar esto y bajo la puerta apareció una nota de las chicas diciéndonos que por favor salgamos, mientras la leímos volvimos a conmovernos pero también a entender que si seguíamos ahí las íbamos a mantener asustadas y esa no era la idea, total, ya habíamos definido lo más importante, esta vez sí tendríamos que separarnos de verdad y no irme sólo al cuarto de servicio, disponía de aproximadamente 15 días para buscar un lugar donde irme que sea lo más cerca posible a ellas para poder seguir viéndolas a diario, y no les diríamos nada hasta que llegue el momento de tener que mudarme. Tratamos de eliminar cuanta señal de llanto hubiera en nosotros, pero imagino que fue imposible, al salir, Vale y Lu nos habían preparado el desayuno a ambos, colocándonos a cada uno su lugar en cada extremo de la mesa, era su forma de pedirnos que no sigamos tristes. Fue el desayuno más insípido y triste de nuestras vidas, intentábamos probar bocado y al mismo tiempo buscábamos nuestras miradas para intentar saber si hacíamos bien, mientras las chancletas nos preguntaban si estaba rico, fue una escena y un momento realmente doloroso y triste, terminamos de desayunar, me bañé y alisté para salir de la casa, aprovecharía en respirar, en sufrir mi pena solo y en buscar un lugar a donde mudarme, busqué desconectarme y lo hice hasta casi la 1:30 pm que recibí un mensaje de Nat: “Crisis en la casa, Vale ya sabe, ven corriendo” y eso hice, llegué corriendo y encontré a Lu en la sala jugando, Nat me esperaba en la puerta y sólo atinó a decirme que no pudo evitar que la flaca supiera, no tuve tiempo de entrar en detalles, fui por ella y la encontré en mi dormitorio echada, encogida, llorando y temblando como una hojita, no sabía qué hacer, ni cómo empezar a hablar con ella, me acerqué a su lado mientras Nat hacía lo mismo por el otro extremo tratando de mostrarse fuerte diciéndome: “Jonathan, Valentina me preguntó si nos habíamos separado y no supe que decirle, sólo le pedí que esperara a que vengas tú para hablar los tres sobre esto”, eso ya me dio una idea para empezar, mientras mi cabeza funcionaba a mil revoluciones por segundo, recordaba las palabras de la psicoterapeuta diciéndome que en momentos de crisis, lo primero que hay que buscar hacer es normalizar la situación y a las personas, sacarlas de la crisis y tratar de hablar con ellas en su estado más natural posible, empecé a acariciar la cabeza de Valentina mientras le pedía que se calme porque no podríamos hablar en ese estado, ella sólo atinaba a preguntarme si era cierto o no, le dije que no le iba a contestar nada mientras no se recompusiera, yo no podía ser frágil ni concesivo en ese momento, tocaba ser firme y tomar el control de la situación pero sin perder la delicadeza al tratarla… amor, quieres respuestas de verdad, yo las tengo, pero no te las voy a dar si sigues así, vamos levántate y conversemos los tres... noté como empezaba a querer recomponerse, como cambiaba la frecuencia de su respiración y como dejaba de llorar mientras poco a poco secaba sus lágrimas, valiente como la esencia que lleva consigo su nombre, se desenredó, trató de erguirse y tomó una posición fiscalizadora, dura, pero aún así sensible y vulnerable dónde además de increparnos por no pensar en ellas nos preguntó básicamente si era cierto o no y el porqué de esa decisión.


Antes de responderte – le dije - tienes que tener claro algo flaca, algo que te servirá por el resto de tu vida, si tienes el valor de hacer este tipo de preguntas, debes tener el mismo valor o más para oír las respuestas, aún eres una niña y este tema no deberíamos tratarlo a profundidad contigo, pero si quieres hacerlo aquí estamos tu mamá y yo, juntos y dispuestos a responderte lo que necesites, sí, juntos, porque no importa las decisiones que tomemos como pareja, siempre estaremos juntos para ustedes… entonces, ¿lista?, si papá!


Sí, tu mamá y yo hemos decidido separarnos y me apena que te hayas enterado de la forma incorrecta y que te haya generado tanto dolor hacerlo así, pero debes saber varias cosas, la primera es que no todas las separaciones son iguales, sé por ti misma que debido a las separaciones que conoces de los padres de familiares y amigos tuyos te has hecho una idea sobre ellas que te asusta, pero no todas son así, no todas terminan mal, no todas tienen que tener conflicto, las separaciones también tienen una fuerte carga de amor, y este es el caso de la nuestra, tu mamá y yo las amamos tanto que jamás las expondríamos a una separación hostil, aquí no habrán gritos, peleas ni luchas de poder, aquí estamos juntos para decirles que las amamos, que son lo más importante para nosotros y que queremos que crezcan en un hogar feliz, y para eso se necesitan no sólo padres que las amen sino que también se amen entre ellos, y nosotros nos queremos mucho, pero hemos descubierto que queremos cosas diferentes, que somos felices haciendo cosas diferentes, que nuestro amor por ustedes el punto más común que tenemos, por eso durante años hemos sido más padres que pareja y eso no está bien, no está bien que ustedes crezcan creyendo que la relación que tenemos es normal y que llegado el momento busquen algo igual, nosotros queremos que sean felices no sólo hoy, sino siempre, y ten la certeza que con nosotros no pasará lo que tú entiendes que pasa con los demás padres separados que conoces, con nuestra separación se abre una puerta repleta de amor por y para ustedes en formas y cantidades mayores a las que han recibido hasta ahora, nunca les hemos dado un motivo para que duden de nuestra palabra, no vamos a empezar a hacerlo ahora con algo tan importante, lo que te decimos además, viene acompañado de una serie de pruebas que tú misma tienes, ¿alguna vez nos viste pelear?, ¿gritarnos?, ¿insultarnos?, ¿hablarnos con lisuras?, ¿levantarnos la mano?... no papá, nunca, notaba cuando estaban molestos, cuando no se hablaban, pero nunca hemos visto cosas así… bueno, eso es justamente lo que no queremos que pase jamás, su mamá y yo nos respetamos y seguirá siendo así, te lo prometo, no habrán competencias, no habrán malos tratos, sólo habrá amor y atención por ustedes y con el pasar del tiempo notarán que fue una buena decisión, no será fácil seguro, pero verás que será lo mejor para todos.


Valentina miró a su mamá y ella le respondió con solo mirarla, así es mi amor - le dijo luego - te lo prometemos, con eso comprendió que no había mentira en lo que decía y asintió con resignación, con esa tristeza natural que dejan las cosas de este tipo, nos abrazó a ambos, lloramos un poco entre los tres y seguimos como hasta hoy, con la certeza de que si el amor fue real, trasciende en tus hijos, no importa que ya no vivamos juntos o no sigamos casados, hoy Vale y Lu son niñas felices, quizá no dentro de una familia tradicional, pero siempre dentro de una familia.


El tema de Lu, vendrá en otro post…

Papá Chancleta

Mi nombre es Said Guerra, aunque hay quienes me llaman también por mi segundo nombre que es Jonathan, tengo 38 años.

Administrador de empresas de profesión, con un posgrado en gestión de procesos, además dirijo la gestión de Recursos Humanos en una empresa privada.

Tengo pasatiempos variados como: leer, escribir, ir al cine, al teatro, adoro los tatuajes, me gustan los perros y también los gatos, colecciono juguetes en miniatura y me apasionan las series como Game Of Thrones, The Walking Dead, The BlackList, etc.

Pero por sobre todas las cosas amo a mis hijas, mi vida gira en torno a ellas y lo disfruto casi casi demasiado.

Las chancletas son dos niñas hermosas, hijas de padres separados que se llevan o intentan casi siempre llevarse bien en beneficio propio pero en especial en beneficio de ellas.

Nuestros Amigos
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