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Señor destino

Soy, desde que tengo uso de razón un tipo solitario, de aquellos a los que les cuesta romper el hielo, vergonzoso, desconfiado, difícil de flanquear, quizá por eso, mi círculo real de amistades es tan pequeño y mis relaciones formales tan pocas.


Tras el final de mi matrimonio, aquella personalidad se marcó aún más y fui por la vida creyendo que lo mejor sería estar solo, no únicamente el tiempo necesario para ordenarme, curarme y aprender de la experiencia, sino creyendo en verdad que quería quedarme solo para siempre, sin negociaciones, sin acuerdos, sin tener que compartir mis decisiones con nadie, por más básicas, absurdas o determinantes que estas llegaran a ser, estar solo era lo que quería y me dediqué a ello, acostumbrándome en muy poco tiempo a esa falsa felicidad llamada soledad, falsa para mí en todo caso, porque asumo que para otros funciona a la perfección mientras que para mí funcionaba sólo bien, ya que, aunque no quisiera admitirlo abiertamente, buscaba a la mujer de mi vida casi como parte de un plan ultra-secreto, sin decirle a nadie, aprovechando justamente aquella soledad para bosquejarla cada noche y quedarme dormido mientras soñaba con ella.


Alguna vez, de tanto que la había imaginado, terminé cediendo y respondí cuando alguien me preguntó: ¿pero cómo tendría que ser ella? esperando creo yo, que le responda con algún rasgo físico o característica sobre su apariencia. Tendría amar a mis hijas, entender mi relación con ellas y con su mamá, tener hijos propios y no querer tener más, no querer casarse, parecerse a mí de algún modo, en especial en lo que respecta a pasatiempos, ser cariñosa, atenta, no ser sumisa, ah, importante: debo poder admirarla y debe poder hacer que me vuelva loco por ella - respondí.


Con tantas expectativas, pasar el resto de mi vida solo no parecía ser tan difícil, y eso que aquellos eran los requisitos “importantes”, porque también tenía una batería de los otros: edad, hábitos, religión, distancia y demás percepciones vagas, ridículas, extremas y extravagantes que hacían que mi cerebrito analítico se convierta en un arma letal, dedicado más a buscar defectos que a encontrar virtudes en las personas que conocía, que por cierto seguro tenían mucho más cualidades y valores de los que tenía yo por aquellos días.


Aun así, una noche las estrellas se alinearon, los apus confluyeron, los ríos se encauzaron, los mares convergieron y el internet conspiró para que ella, hermosa, ideal, casi “a medida” llegue a mi vida y me permita quedarme en la suya, a pesar de mis recaudos y maquiavélicos planes en pos de la soledad definitiva.


Al final, el destino siempre encuentra la forma de imponerse, de tirar abajo las murallas colosales que nos hemos puesto, de pulverizar los peros, las excusas y los pretextos, dejándonos a solas con nuestra nueva oportunidad y aquel profundo deseo, que viaja con nosotros como polizonte escondido, esperando con fe, a que ésta sea la ola correcta.


Si al igual que yo sienten alguna vez tras un fracaso o fin necesario, que todo ha terminado para ustedes, o peor aún, afirman y tratan de convencerse de que así debe ser, no lo hagan ni se confíen, que el señor destino les sigue los pasos y no pide permiso para ejercer.

Papá Chancleta

Mi nombre es Said Guerra, aunque hay quienes me llaman también por mi segundo nombre que es Jonathan, tengo 38 años.

Administrador de empresas de profesión, con un posgrado en gestión de procesos, además dirijo la gestión de Recursos Humanos en una empresa privada.

Tengo pasatiempos variados como: leer, escribir, ir al cine, al teatro, adoro los tatuajes, me gustan los perros y también los gatos, colecciono juguetes en miniatura y me apasionan las series como Game Of Thrones, The Walking Dead, The BlackList, etc.

Pero por sobre todas las cosas amo a mis hijas, mi vida gira en torno a ellas y lo disfruto casi casi demasiado.

Las chancletas son dos niñas hermosas, hijas de padres separados que se llevan o intentan casi siempre llevarse bien en beneficio propio pero en especial en beneficio de ellas.

Nuestros Amigos
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