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Unhappily happy

"La búsqueda de la felicidad es una de las principales fuentes de infelicidad" - Eric Hoffer -


¿En que radica la felicidad de las personas?


Es altamente probable mis niñas hermosas, que se pregunten esto en varios momentos de su vida, casi siempre cuando se sientan desalentadas, tristes y hasta decepcionadas por algo que les pasó, lo más seguro es que sea algo sentimental, esos temas "nos zamaquean" de muchas maneras, pero no será el único momento en que se sientan así.


Mi lado paternal protector, ese que quisiera siempre evitarles pasar cualquier dolor, desearía poder hacer hasta lo imposible para impedir que se sientan mal, pero mi lado paternal racional, ese que sabe que lo mejor para todo ser humano es vivir a plenitud y aprender de nuestras experiencias, les aconseja que amen y sufran con la misma intensidad, sólo así comprobarán con hechos, lo que hoy les digo a modo de adelanto: “la felicidad no tiene forma definida, es diferente para cada persona, y puede cambiar también según el momento de la vida en que nos encontremos”.


Cuando yo era niño, plan de 9 o 10 años, vinculaba la felicidad al deseo de ver juntos a mis padres, luego fue transformándose y más que verlos juntos añoraba no verlos pelear y finalmente terminó de tomar forma y se definió como el deseo de no estar al medio de aquellas peleas, en desconectarme de aquella vida cargada de conflictos, nada de eso sucedió y tocó ir a buscarla en otra parte.


Cuando era pre-adolescente, plan de 11 o 12 años, vinculaba la felicidad a mis amigos del colegio, quería poder tener las cosas que ellos tenían, hablar de los temas que ellos hablaban y estar donde ellos estaban, tristemente tuve que apartarme de ellos y nuevamente tocó seguir buscando en otros lares.


Cuando era un adolescente puberto, plan de 13 o 14 años, vinculaba la felicidad al caso que pudiera hacerme aquella “chica especial”: la de la voz ronquita, la de dulzura sin par, la que llegó de visita al barrio, la que no dejaban salir de su casa, la enamorada de otro incluso… en cualquier caso nuevamente la vida marcó otros caminos para mí y tuve que dirigirme hacia otro lugar, cambiando de prioridades casi de golpe.


Finalmente al llegar a ser un jovencillo algo más cuajado, plan de 15 años, tuve ocasión de conocer en un grado casi absoluto a la felicidad, la experiencia de vivir con papá fue revolucionaria para mí, comprobar que no era lo que quisieron hacerme creer que era (y quizá también yo quise) me hizo disfrutar plenamente de él, de su amor, de su inteligencia y principalmente de su ejemplo. Puntos bonus para Lucy, su novia y compañera, que fue una luz absolutamente brillante para nuestros días, nos llenó de alegría y nos enseñó mucho del amor, hasta que papá falleció en aquel accidente maldito y la vida volvió a hacerme virar, ahora en 360º.


Tras ese momento y por muchos años más, las únicas manifestaciones de felicidad en mi vida estuvieron escondidas tras la mirada de amor, respeto, y agradecimiento de mi pequeña hermana, quien me modeló sin saberlo a mi versión 2.0 de lo que sería luego yo como papá.


A los 24/25 años, la felicidad apareció concentrada y de golpe tras una llamada telefónica, luego se convirtió en una decisión de vida, un significativo cambio de rumbo y la oportunidad de volver a empezar, dejando atrás un camino atestado de nubes grises y tormentas. Tenía un rostro lindo, lleno de pecas, un elevado y alucinante humor negro, una inteligencia agudísima, además de un carácter imponente, capaz de ser medido con caballos de fuerza cual Ferrari, fue inevitable, con semejantes características, enamorarme perdidamente de ella y fue ese enamoramiento fulminante y categórico lo que por fin me permitió conocer a la felicidad en su grado más pleno y definitivo. Cuando ustedes nacieron mis queridas chancletas fui el hombre más dichoso del planeta, no creo que pueda existir otro momento tan glorioso para mí, como aquellos dos días.


Luego ya adulto, he tenido ocasión de descubrir altas dosis de felicidad en aquellas pequeñas/grandes cosas: primero al verlas sonreír, luego en un viaje con amigos, en el trabajo que me permitió crecer, en mi carrera lograda, en la lectura de un buen libro, en mi apreciado tiempo a solas, en un beso robado, en un tatuaje (o muchos), en una agradable conversación, en una buena borrachera, en una ilusión futbolística, en el halago de alguien especial, en un nuevo amor y por ende en una nueva oportunidad que quizá no merecía, en escribir este blog para ustedes, en alejarme de lo que me agobia, en eliminar mis culpas, en perdonar, especialmente si es a mí mismo, etc.


En suma, cuando el desaliento las visite y sientan que ser feliz no es posible, recuerden que esa añorada felicidad está ahí, al alcance de sus manos, sólo deben querer verla, tocarla y darle la forma que necesiten. Además recuerden algo adicional muy importante, no importa que un día se vaya, sin importar lo que pase, siempre, siempre, siempre volverá.


Las ama, Papá!

Papá Chancleta

Mi nombre es Said Guerra, aunque hay quienes me llaman también por mi segundo nombre que es Jonathan, tengo 38 años.

Administrador de empresas de profesión, con un posgrado en gestión de procesos, además dirijo la gestión de Recursos Humanos en una empresa privada.

Tengo pasatiempos variados como: leer, escribir, ir al cine, al teatro, adoro los tatuajes, me gustan los perros y también los gatos, colecciono juguetes en miniatura y me apasionan las series como Game Of Thrones, The Walking Dead, The BlackList, etc.

Pero por sobre todas las cosas amo a mis hijas, mi vida gira en torno a ellas y lo disfruto casi casi demasiado.

Las chancletas son dos niñas hermosas, hijas de padres separados que se llevan o intentan casi siempre llevarse bien en beneficio propio pero en especial en beneficio de ellas.

Nuestros Amigos
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