Punto de quiebre
Si tuviera que elegir uno solo, de entre todos los momentos importantes de mi vida como un punto de quiebre, ese sería sin duda alguna, el día que naciste. Eres el inicio de lo que siempre me importó más en la vida, ¡Ser Padre!. Jamás podrás entenderlo mi amor, no existe empatía, ni ninguna otra capacidad o habilidad que pueda permitirte siquiera acercarte a mi corazón o a mi alma para saber cuánto y de qué modo te amo.
Mi amor por ti, no se define en cifras, ni distancias, mucho menos en palabras, yo te amo al respirar, al circular sangre por mis venas, cuando mi corazón late, cuando mis ojos se llenan de lágrimas, de emoción u orgullo y lucho por no dejarlas caer, y no creas que no quiero que caigan por vergüenza, ojo, sino porque no deseo que salga de mi cuerpo ni una microparte de todo el amor que siento por ti.
No creo en medias naranjas, ni en mitades románticas que se completan; pero sí me rindo a la idea de que yo sin ti y sin tu hermana estaría fraccionado, falto de sentido, falto de razón, quebrado.
No son los 15 años que queríamos, no estaremos juntos físicamente y de pronto una idea viene a mi mente: este es quizá uno de los planes ocultos que tenía la vida para demostrarnos una vez más, que se puede seguir conectado a una persona sin la necesidad estricta de verla y aunque muera por abrazarte, mi corazón está contigo como nunca antes y mi amor no entiende de pandemias ni cuarentenas; por eso llega a ti hoy con fuerza y químicamente puro. ¡Felices 15 años mi flaca hermosa, mi principio, mi punto de quiebre! 💞
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