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Mati

Matías tenía 16 años, hijo de mi hermano mayor, primer nieto y el único varón en medio de tantas chancletas, niño tímido, reservado y de mirada curiosa. Amaba comer y ver jugar a Alianza Lima.


Fue diagnosticado con #Leucemia en mayo del año pasado y desde ahí, todo cambió, el #Cáncer no solo le cambia la vida al paciente sino a toda su #Familia, la primera reflexión de este texto sería: "no esperemos a que una enfermedad terminal llegue a nuestras vidas para empezar a hacer feliz a una persona si podemos hacerlo desde antes, desde siempre".


Mati, al igual que muchos niños, era hijo de padres separados, de aquellos que no sabían ponerse de acuerdo, que luchaban, nunca malos eso sí, pero aún sin serlo, Mati siempre estaba al medio, aunque tenía dos certezas, amaba a su familia materna y amaba a su familia paterna, pero también tenía una duda, su familia paterna a la que veía mucho menos, ¿lo amaría tanto como él los amaba?

El cáncer, ese que la gente odia y maldice nos regaló una oportunidad con Mati y fue gracias a él, quién valiente y determinado como era, decidió mudarse con papá y vivir junto a nosotros esta etapa complicada y llena de nuevas y duras experiencias.

Cada día un reto nuevo, medicinas, dolor, donaciones semanales de sangre y plaquetas en las que mis hermanos y yo nos turnábamos para que no le falte nunca y varios etcéteras que no vale la pena detallar porque no son lo más importante.

Lo que sí es importante es que el cáncer le permitió a Mati extinguir su duda, saberse amado, atendido, priorizado, aún recuerdo con lágrimas en los ojos la noche de la última Navidad, las niñas pequeñas de casa decidieron hacer cartas y leerlas en público, frases como Feliz Navidad, Te amo mamá, promesas de portarse bien y demás, de pronto Mati grande pero temeroso se paró y dijo, yo también tengo cartas, y empezó a leerlas, agradeciendo el amor que le tenían, el trato que le daban, las sonrisas que le arrancaban a diario, el poder jugar con sus primas y el golpe fulminante fue: gracias por la sangre que me dan, TE AMO PAPÁ, LOS AMO TÍOS.

Mati se fue el sábado, luchando hasta el final como un guerrero y cuánto habrá sido el amor que irradiaba que cuando la enfermera de emergencias salió decidió romper el protocolo de hacer entrar a uno solo y nos dejó entrar a los 10 que estuvimos ahí durante dos días esperando, entren todos, despídanse juntos y así fue. La última reflexión sería la de siempre en este espacio, prioricen a sus hijos, no los pongan al medio, ellos merecen el amor de ambos padres, de ambas familias, ellos necesitan saberse amados.



Papá Chancleta

Mi nombre es Said Guerra, aunque hay quienes me llaman también por mi segundo nombre que es Jonathan, tengo 38 años.

Administrador de empresas de profesión, con un posgrado en gestión de procesos, además dirijo la gestión de Recursos Humanos en una empresa privada.

Tengo pasatiempos variados como: leer, escribir, ir al cine, al teatro, adoro los tatuajes, me gustan los perros y también los gatos, colecciono juguetes en miniatura y me apasionan las series como Game Of Thrones, The Walking Dead, The BlackList, etc.

Pero por sobre todas las cosas amo a mis hijas, mi vida gira en torno a ellas y lo disfruto casi casi demasiado.

Las chancletas son dos niñas hermosas, hijas de padres separados que se llevan o intentan casi siempre llevarse bien en beneficio propio pero en especial en beneficio de ellas.

Nuestros Amigos
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