top of page

El Guerrita

Tenía yo pocos años de vida cuando papá y mamá se separaron… Ahora tengo 33 años y desde hace algún tiempo puedo decir con total certeza que papá jamás se separó de nosotros. El Guerrita era una persona especial, intrigante, llamaba la atención… Si no lo habías visto nunca, verlo por primera vez implicaba obtener ideas varias sobre cómo era y casi nunca le acertaban a la realidad. Parecía un tipo duro, serio, incluso daba miedo…pero era extremadamente noble, cariñoso, respetuoso y sensible, para verlo en esa faceta, la primera impresión no era suficiente, debías conocerlo más, si lo conocías no lo dejabas. Su fibra más sensible: sus hijos.

Parecía un tipo estirado, “sobrado”, incluso hasta soberbio…le gustaba verse bien, oler bien, vestirse bien, era cuidadoso combinando su ropa, coleccionaba perfumes, nunca salía si su ropa no estaba perfectamente planchada, los zapatos limpios, limpísimos, las zapatillas impecables, pero era extremadamente solidario, “mano suelta”, siempre presto a ayudar, a colaborar, apoyó a muchas personas y familiares con techo, comida, estudios, vestido, oportunidades…lo hizo cuando tuvo y cuando no, sacrificando muchas veces la “comodidad” de su familia, cuando hacía esto, por su mente pasaban siempre dos cosas:

- Su niñez llena de carencias esperando muchas veces esa mano y esa oportunidad que él ahora podía dar.

- Sus hijos, deseando que si alguna vez él no estaba, ellos no estuvieran solos, no tuvieran que pasar por las carencias que él pasó, que no los abandonaran…el apoyo nunca llegó de las personas que él ayudó, lástima!

Parecía un excelente bailador…nada más alejado de la verdad, tenía para el baile, el talento que tiene un bebe para alimentarse por sus propios medios, talento que al parecer le heredé yo.

Parecía tener muchos amigos, y ser un ser súper social…pero su elección primaria siempre era su cama, su casa, su espacio, sus hijos…sobre sus amigos, no hay mucho que decir…recuerdo algunos nombres cuando todo le iba bien, no recuerdo ningún rostro, ni escena, ni manifestación de ellos en la última parte de su vida…

Parecía ser el más distante de sus hermanos, pero era feliz cuando sentía la cercanía de alguno de ellos, cuando lo visitaban, cuando lo llamaban, sentía tristeza de que no fueran tan “unidos”, un día me dijo: “Hijo, hay una cosa que nunca debes olvidar, tus hermanos y tú siempre tienen que estar unidos, no lo olvides”, incluso haciendo memoria recuerdo que la única vez que me pegó fue cuando tuve una pelea a puños con mi hermano mayor, eso no me lo perdonó y me hizo recordar una vez más que entre hermanos no nos debemos hacer daño.

Parecía el hombre más valiente del mundo, el más rudo…pero le tenía pánico a los juegos mecánicos, a la montaña rusa, no soportaba estar enfermo, ni las inyecciones.

Tengo en mi mente escenas intactas del amor por nosotros, escenas de su vida cotidiana, tengo grabada su sonrisa cada día del padre, su forma de renegar tan tierna, sus cabellos crespos despeinados al levantarse, su mano en mi hombro diciéndome que todo estará bien, sus lágrimas cayendo sobre mi rostro fingiendo que dormía, sus manos temblando cuando tuvo que reprendernos, su manera de secarse las manos, su forma de caminar, de pararse, de comer siempre con cubiertos y cada cosa en un plato separado, recuerdo como se esforzó siempre por estar con nosotros a diario incluso estando ya separado de mamá, lo recuerdo anteponiendo a sus hijos frente a cualquier cosa por importante que fuera, recuerdo sus nervios el día que se casó con "la pequeña" y el brillo en sus ojos cada vez que la miraba, recuerdo su orgullo cuando miraba a Julissa, su nostalgia por "el negrito", su preocupación por "el negro", recuerdo su pena en la última visita a Lima de su padre, recuerdo sus carcajadas con las ocurrencias de "Shaggy", quien dicho sea de paso cumplió su predicción de estar con él hasta la muerte, recuerdo escucharlo hablando sólo, recuerdo oírlo pidiendo perdón y dando gracias, recuerdo haberlo visto feliz formando parte de un grupo familiar, recuerdo su rostro con los ojos cerrados oyendo la música que más le gustaba, recuerdo mi primer cigarro con él, su cachetada cuando le rompí la ceja a "el negro", recuerdo su camaro blanco, recuerdo su ceño fruncido que disfrazaba una sonrisa cada vez que "la pequeña" le hacía una de sus bromas pesadas a los muchachos, recuerdo aquella navidad gris, recuerdo su orgullo cada vez que le decían: “que educaditos son tus hijos”, recuerdo que nunca me habló mal de mamá, que mientras yo la atacaba, él la defendía, recuerdo que se encargó de dejarme cerca de una gran persona, de un gran ejemplo, de un enorme ser humano.

Hace algunos días me preguntaron si me parecía a él, quizá eso me haya hecho pensar en escribir esta líneas, lamento no parecerme a él, lamento no ser como él, pero agradezco cada uno de los momentos que me dejó, y por cada persona que puso en mi camino.

Adoro ser su hijo, adoro tener su apellido, adoro llevar su sangre…!!!

Papá Chancleta

Mi nombre es Said Guerra, aunque hay quienes me llaman también por mi segundo nombre que es Jonathan, tengo 38 años.

Administrador de empresas de profesión, con un posgrado en gestión de procesos, además dirijo la gestión de Recursos Humanos en una empresa privada.

Tengo pasatiempos variados como: leer, escribir, ir al cine, al teatro, adoro los tatuajes, me gustan los perros y también los gatos, colecciono juguetes en miniatura y me apasionan las series como Game Of Thrones, The Walking Dead, The BlackList, etc.

Pero por sobre todas las cosas amo a mis hijas, mi vida gira en torno a ellas y lo disfruto casi casi demasiado.

Las chancletas son dos niñas hermosas, hijas de padres separados que se llevan o intentan casi siempre llevarse bien en beneficio propio pero en especial en beneficio de ellas.

Nuestros Amigos
bottom of page