Papá, me quedó corto el weekend...
Eran las 11:15 am cuando sonó el teléfono. Señor buenos días, le hablamos del colegio de sus hijas, soy la jefa de normas, quería comunicarle que Luciana está con un fuerte dolor de cabeza y por más que hemos tratado de controlarlo no hemos podido, es necesario que vengan por ella. Mi día estaba plagado de reuniones, documentos para firmar y mil correos para leer y contestar, aún así cogí mis llaves, subí al carro y manejé rumbo al colegio, en el camino llamé a mamá chancleta para avisarle y para que me asegure que habría alguien en casa con quien dejar a Lu luego de recogerla del colegio, lamentablemente no había nadie, me ofreció dejarla en su oficina pero me quedaba demasiado lejos, así que decidí regresarla conmigo a la oficina dependiendo de su estado. Llegué al cole corriendo al tópico y no la encontré, busqué a la jefa de normas y me dijo que iría por ella al salón, me asomé a la puerta que da a los salones y le veo salir enterita, con un rostro enfermo más bien improvisado y bastante exagerado la verdad, la vi preparar su mochila y por momentos levantaba la mirada pícara para verificar si la estaba observando, al ver que era así volvía a la cara de enferma extrema. Firmé los papeles correspondientes, la subí al carro y empecé a hablar con ella: Luli, no hay nadie en casa así que si estás de acuerdo y no te sientes grave vas conmigo a la oficina, respondió inmediatamente que sí con una cara de alegría y satisfacción que parecía que mi ofrecimiento era una cura milagrosa. Entonces, cuéntame ¿qué te pasó? le dije, me dolía mucho la cabeza papá y cuando ya no soportaba el dolor le di a la miss tu teléfono para que te llamara, sabía que vendrías por mi inmediatamente. (Obviamente le llamé la atención, la corregí y le dije que no podía hacer eso, que tenía un día muy ocupado en la oficina y que no debería volver a pasar algo igual, etc etc etc), no trató de defenderse, aceptó todo lo que le dije, pidió disculpas y al final me dijo: Me quedó chico el fin de semana contigo, al menos tendremos un día más para nosotros. Sé que estuvo mal, sé que debo corregir esas cosas, sé que ese engreimiento es excesivo, pero también sé que esa mirada pícara y dulce que me decía eso era real, era auténtica y su deseo, turbio e incorrecto era sincero, no pude evitar sentir dentro de mí mucha emoción y también tristeza, me recompuse en el acto y lo que siguió fue una tarde atípica con Lu en la oficina, sentada con la laptop, pidiendo WiFi al jefe de sistemas, almorzando con todo el personal, haciendo chistes, paseando por las oficinas y haciéndome feliz con sólo verla tan feliz a ella también. No fue un lunes fácil, pero fue un gran lunes, gracias a Lu por volverme a la realidad en un día tan complejo.