top of page

La separación... (parte 1)

Fueron días bastante grises, era marzo del 2015 y aún era verano pero yo venía sintiendo mucho frío desde hace ya bastante tiempo, tanto que no recordaba exactamente cuándo empezó, aunque sí recordaba que el año anterior casi por esas mismas fechas Nat y yo decidimos separarnos por primera vez, la idea venía rondando por nuestra cabeza desde ya mucho tiempo atrás pero no terminábamos de exteriorizarla, aún preocupaba, aún había temor, aún dolía, sin embargo; la realidad era más fuerte: íbamos como en reversa, agotábamos intentos flojos, depredábamos nuestro tiempo juntos, nadábamos en silencios interminables, no nos sentíamos bien, no nos sentíamos valorados, no nos sentíamos vivos, no nos sentíamos felices… le propuse separarnos, entendió pero no lo aceptó, yo mismo no me sentía del todo seguro con aquello que había planteado, mucho menos feliz, pero ya estaba ahí, después de mucho imaginar la escena y como nos sentiríamos, después de muchos años expuesto a la misma idea y de sentir que nuestra relación era crónica de una muerte anunciada y que tras la siguiente pelea si se definirían las cosas, estaba ahí y no era necesario esperar a pelearnos o buscar motivos inexistentes o mayores o más impactantes que la absoluta realidad de saber y reconocer con honestidad que no funcionábamos juntos, estaba ahí y debía seguir adelante, el miedo me asediaba, la idea de separarme de las chancletas me aterraba, la frustración por sentir que fracasaba en lo único que no debí fracasar me jodía, ver a Nat tan afectada me debilitaba, otra vez las chancletas rondando por mi mente, no pude!…nos “separamos”, pero no me fui de la casa, me mudé al cuarto de servicio e intenté seguir con mi vida lo mejor posible, ese creo fue un error, en aquel momento debí irme y debí dejar que ese proceso siga completo para ambos, al no hacerlo todas esas dudas y temores se adhirieron más a nosotros y empezamos a vivir una nueva historia irreal, plagada de esperanza por un lado y escepticismo por el otro...mala combinación! dos personas que se sienten así deben tomar decisiones, dos personas que se cansaron de dar oportunidades deben tomar decisiones, dos personas que reconocen más allá de los sueños que no funcionan deben tomar decisiones, dos personas que juntas pasan más tiempo grises que a colores deben tomar decisiones, los sentimientos, el respeto y las formas de pensar similares por sí solos no bastan, no son materiales para construir los cimientos de una relación sólida, duradera y si quieren incluso “para siempre”, la frase que dice que los polos opuestos se atraen es cierta, se atraen, es sabroso, es divertido, es hasta provocador, pero no sirve más que para eso, para una relación de verdad, para un romance de esos de los que hablan los cuentos y las historias se necesita ser lo más compatibles posibles y trabajar mucho en aquellas pequeñas cosas que todos subestimamos y que dejamos sin curar, y que un día sin que te des cuenta se convertirán en una gigantesca bola de nieve que te persigue velozmente cuesta abajo mientras tú apenas huyes caminando y a un solo pie.

Aún así había pasado un año y ahí estábamos nuevamente, tras nuevos intentos buenos y malos, tras una inagotable sensación de vacío, tras el peso de la resignación pero con un alto grado de convencimiento, ahora sí de ambas partes, en el mismo lugar, no planeamos ese momento, sólo sucedió, hablamos toda la noche, nos abrazamos, lloramos muchas veces, seguimos hablando mientras recordábamos momentos y los mezclábamos con razones y motivos, nos pedíamos disculpas, nos cuestionábamos si hacíamos bien o no, volvíamos a las razones y a la realidad, nos consolaba el hecho de saber que ambos éramos buenas personas, que no teníamos que terminar como el común de las parejas en nuestra situación, nos comprometimos a ayudarnos, a cuidarnos, a cuidar a las chicas, a ser cautos, nos juramos no faltarles nunca a las chancletas y hoy casi un año y medio después aquí estamos, cumpliendo con ello a cabalidad, tenemos días buenos, días malos y de los otros, las chancletas están aprendiendo a ser felices de ese modo, viéndonos tranquilos e incluso felices sin ser pareja, aún así, a veces la nostalgia pasa como un ventarrón, a veces como una brisa, pero cuando abro los ojos luego de disfrutar aquel pequeño instante de frescura vuelvo a entender que con todo lo difícil que fue, logramos tomar la mejor decisión y logramos hacer que ese amor que nos tuvimos, trascienda...

Papá Chancleta

Mi nombre es Said Guerra, aunque hay quienes me llaman también por mi segundo nombre que es Jonathan, tengo 38 años.

Administrador de empresas de profesión, con un posgrado en gestión de procesos, además dirijo la gestión de Recursos Humanos en una empresa privada.

Tengo pasatiempos variados como: leer, escribir, ir al cine, al teatro, adoro los tatuajes, me gustan los perros y también los gatos, colecciono juguetes en miniatura y me apasionan las series como Game Of Thrones, The Walking Dead, The BlackList, etc.

Pero por sobre todas las cosas amo a mis hijas, mi vida gira en torno a ellas y lo disfruto casi casi demasiado.

Las chancletas son dos niñas hermosas, hijas de padres separados que se llevan o intentan casi siempre llevarse bien en beneficio propio pero en especial en beneficio de ellas.

Nuestros Amigos
bottom of page