Aquel día que quise cerrar el blog...
A veces pasa que espontáneamente empezamos algo con mucho entusiasmo, con cierta energía o emoción que encontramos en lugares y situaciones inesperadas. Habemos quienes nos motivamos de las alegrías tanto como de las tristezas y logramos canalizar luego del impacto y con la perspectiva más positiva posible nuestras emociones, generando así un aprendizaje propio e incluso una enseñanza para los demás. A veces pasa también que esa misma espontaneidad que te hizo comenzar te sorprende y te hace sentir que debes detenerte sin saber a ciencia cierta si realmente debes hacerlo, ni el cómo ni el porqué. Ahora entiendo a Forrest Gump sintiéndose cansado y sin ganas de seguir corriendo...