Realidades de cuarentena
Si alguien me hubiera dicho el 15 de marzo: “Hey, espero que te hayas despedido bien y bonito de tus hijas, porque durante los próximos 86 días no las podrás volver a besar y abrazar” seguro que le hubiera dicho que estaba loco y de paso le hubiera metido un lapo por mala vibra.
Claro, no besarlas y abrazarlas es una decisión propia, no está en ninguno de los decretos emitidos por presidencia, lo hemos decidido Nat y yo, como todo lo que tiene que ver con ellas, de mutuo acuerdo, sin conflictos ni peleas. “Las chicas no se quedarán encerradas, se quedarán a salvo en casa, respetando el aislamiento social obligatorio, entiéndase cuarentena”.
Esa decisión, obviamente traía una serie de implicancias: que estén 24/7 con Nat, lo cual es un despliegue extra de trabajo para ella, que adquirieran nuevas responsabilidades dada su edad, que no descuiden las responsabilidades que ya tenían, como el colegio y finalmente que yo no pueda visitarlas dentro de su casa, como siempre lo hacía antes de la fuckin cuarentena con lo cual, además, los besos y abrazos en estricto, desaparecían.
“Pero Said, conozco varios casos de padres separados que, a pesar de la cuarentena, visitan e incluso recogen a sus hijos, si quisieras podrías hacerlo”. Sí, yo también conozco de varios casos, y los respeto, cada quién elige que es lo más conveniente para su familia, o como una seguidora me dijo el otro día, para su realidad, salvo que, con un tono medio ácido, dando a entender que por ser bloguero tengo una realidad diferente, y la verdad la tengo, como todos, no por ser bloguero, sino por ser una persona diferente y parte de una familia diferente también.
Las realidades de cada familia varían emocional, económica, funcional, coyuntural y legalmente, además de otros varios etcéteras, la verdad nadie sabe lo de nadie, nuestra vida claramente no es un cuento de Disney.
Hay que dar más o menos peso a lo que realmente priorizamos, y hoy nosotros priorizamos que ellas estén a salvo, reduciendo al mínimo su riesgo de contagio, y dejándoles claro que respetamos las normas, así ellas, cuando tengan edad de decidirlo, opten por también hacerlo.
Amo a mis hijas con locura, sueño con volver a abrazarlas y llenarlas de besos, hasta que me digan: “Alto papá, no seas intenso” y estoy seguro que ese día llegará pronto, por ahora aprovecho y agradezco los otros sentidos que la vida me dio, el oído y sobre todo la vista, porque mirarnos a los ojos como lo hemos hecho últimamente, ha sido una real bendición.
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